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La Biblia es nuestra única y suficiente regla de fe y práctica. Así que, estos datos fundamentales tienen a establecer las bases de confraternidad entre nosotros, “para que todos hablemos las mismas cosas” (1ª. Cor. 1:10; Hechos 2:42). La fraseología humana empleada en dichos datos no es inspirada, ni pretendemos que lo sea; pero las verdades aquí asentadas se consideran como esenciales para un completo ministerio apostólico. No pretendemos que contenga toda la verdad que se halla en la Biblia; pero si cubren nuestra presente necesidad, y como tal consideramos estas verdades fundamentales. 1. La Inspiración de las EscriturasLa Biblia es la
palabra inspirada de Dios, una revelación de Dios al hombre, la regla infalible
de fe y conducta y es superior a la conciencia y a la razón pero no contraria a
la razón. (2ª. Timoteo 3:15-16; 2ª.
Pedro 1:20-21) 2. El Único Dios VerdaderoEl único y
verdadero Dios se ha revelado a sí mismo como eternamente de por sí existente
“YO SOY”. Creador del cielo y
de la tierra y redentor de la raza humana.
Posteriormente se ha revelado a sí mismo incorporando los principios de
relación y asociación; a saber: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
(Deut. 6:4; Isaías 43:10-11; Mateo 28:19; Lucas 3:22) LA ADORABLE DEIDADa)
Definición de terminología
Los términos “Trinidad”
y “personas”, según se aplican a la Divinidad ,a pesar de no ser hallados
en las Escrituras, son sin embargo, palabras que armonizan con las Escrituras,
mediante las cuales podemos impartir a otros nuestro conocimiento inmediato de
la doctrina de Cristo con respecto al Ser de Dios, según se distingue de los
“muchos dioses y los muchos señores”.
Por lo tanto, podemos hablar con apropiada
certeza del Señor nuestro Dios, quien es un solo Señor como Trinidad o como un
Ser que existen tres personas, y a la vez estar en absoluta armonía con las
Escrituras (Mateo 28:19; 2ª. Corintios 13:14; Juan 14:16, 17). b)
Distinción y Parentesco de la Deidad
Cristo enseña la distinción de Personas en la Deidad con bien
expresados y conocidos términos o como, Padre, Hijo y Espíritu Santo;
pero que esta distinción y parentesco es insondable e incomprensible, es
cierto; porque quedó inexplicada. (Lucas
1:35; 1ª. Corintios 1:24; Mateo 11:25-27; Mateo 28:19; 2ª. Corintios 13:14; 1ª.
Juan 1:3,4) c)
Unidad del Único Ser: Padre, Hijo y Espíritu Santo
Por consiguiente, existe en el Hijo aquello que lo constituye el Hijo y
no el Padre.
Y existe aquello en el Espíritu Santo que lo constituye el Espíritu
Santo y no el Padre o el Hijo. Así
que, el Padre es el Engendrador, y
el Hijo es el Engendrado, y el Espíritu Santo es el que procede del Padre y del
Hijo. Por tanto, siendo que estas
tres personas de la Deidad coexisten en un estado de unidad, se puede decir que
ha un solo Señor Dios Todopoderoso y que su nombre es uno:
(Juan 1:18; 15:26; 17:11,21; Zac. 14:9). d)
Identidad y Cooperación en a Deidad
El Padre, y el Hijo y el Espíritu Santo nunca aparecen idénticos en
cuanto a su persona, ni confusos en sus relaciones; nunca aparece dividida esta
Deidad; tampoco opuestos en cuanto toca a cooperación.
En relación de Parentesco, el Padre está en el Hijo, y el Hijo está en
el Padre de igual manera. En cuanto
toca a compañerismo, el Padre está en el Hijo y el Hijo con el Padre. El Padre no procede del Hijo, pero el Hijo si procede del
Padre. El Padre ,a saber, en lo que
toca a su autoridad. El Espíritu
Santo procede del Padre y del Hijo en cuanto toca a naturaleza, parentesco,
cooperación y autoridad. Empero
ninguna de las Personas de la Deidad obra o existe separada o independientemente
de la otra. (Juan 5:17-30, 32,37; Juan 8:17,18) e)
El Nombre del Señor Jesucristo
El nombre, Señor Jesucristo, es nombre propio. En el Nuevo Testamento
nunca se le da ni al Padre, pero ni al Espíritu Santo.
Por consiguiente, el Nombre pertenece exclusivamente al Hijo de Dios (Rom.
1:1-3,7; 2ª. Juan 3) f)
El Señor Jesucristo: Dios con nosotros.
El Señor Jesucristo, en lo que toca a su divina y eterna naturaleza, es
el legítimo y único Unigénito del Padre; pero en lo que toca a su naturaleza
humana, es el legítimo Hijo del Hombre. Así
que, es simultáneamente reconocido como Dios y hombre; quién por ser Dios es
“Emanuel”, Dios con nosotros. (Mat. 1:23; 1ª.
Juan 4:2, 10,14; Rev. 1:13,17). g)
El Nombre, Hijo de Dios
Siendo que le nombre “Emanuel” comprende a Dios y hombre en una
Persona, nuestro Señor Jesucristo, acontece que le nombre, Hijo de Dios,
describe su propia deidad y el nombre, Hijo del Hombre, Su propia humanidad.
Es así que su nombre, Hijo de Dios pertenece al orden eterno, y el
nombre Hijo del Hombre, al orden del tiempo. (Mat.1:21-23, 2ª. Juan 3; 1ª.
Juan 3:8; Heb. 7:3; 1:1-13) h)
Transgresión a la Doctrina de Cristo.
Es pues, transgresión a la Doctrina de Cristo decir que Jesucristo derivó
Su nombre Hijo de Dios, solamente
por el hecho de haber encarnado, o por la relación que tiene en la economía
redentora. Entonces negar que el
Padre es un Padre real y eterno, y que el Hijo es Hijo real y eterno, es negarla
distinción y parentesco del Ser Dios; es negar al Padre y al Hijo; es negar que
Cristo vino en carne. (2ª. Juan 9;
Juan 1:1,2,14,18,29,49; 1ª. Juan 2:22,23; 4:1-5; Heb. 12:2) i)
Exaltación de Jesucristo como Señor
El Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo, habiendo hecho él mismo la
purgación de nuestros pecados se sentó a la diestra de la majestad en lo alto,
habiéndose sujetado poderes y principados.
Y habiendo sido hecho Señor, y Cristo, mandó al Espíritu Santo para
que nosotros, en el nombre de Jesús doblemos nuestra rodilla, y confesemos que
Jesucristo es Señor para la gloria de Dios y Padre para siempre, hasta que El
mismo quedará sujeta a Aquel que le sujetó a él todas las cosas, para que
Dios sea en todo y en todos. (Heb. 1:3; 1ª. Pedro 3:22; Hech. 2:32-36; a- Cor.
15:24-28; Rom. 14:11) j)
Igual Honor al Padre y al Hijo.
Por tanto, siendo que el Padre ha dado todo el juicio al Hijo, no es tan
sólo un sagrado y expreso deber de todo el cielo y la tierra doblar la rodilla,
sino también, es un inexplicable gozo en el Espíritu Santo atribuir al Hijo
todos los Atributos de los nombres y títulos de la Deidad, (excepto aquellos
que encierran parentesco) (véase los párrafos b, c ,y d) y honrar al Hijo así
como honramos al Padre. (Juan 5:22,23; 1ª. Pedro 1:8 ; Rev. 5:6-14; Filipenses
2:8,9; Rev. 7:9,10; 4:8-11) 3. La Divinidad del Señor JesucristoEl Señor
Jesucristo es el eterno Hijo de Dios. Las Escrituras declaran: a)
Su nacimiento virginal (Mat. 1:23; Luc. 1:31,35) b)
Su vida inmaculada (Hebreos 7:26; 1ª. Pedro 2:22) c)
Sus milagros (Hechos 2:22; 10:38) d)
Su muerte vicaria en la Cruz ( 1ª. Cor, 15:3, 2ª. Cor. 5:21) e)
Su resurrección corporal victoriosa (Mat. 28:6; Luc. 24:39; 1ª. Cor.
15:4) f)
Su ascención visible (Hechos 1:9,11; 2:33; Filipenses 2:9-11; Heb.
1:3) 4. La Caída del Hombre
El hombre fue creado bueno y
recto, porque Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza”. Empero, el hombre
mediante su propia transgresión voluntaria cayó, trayéndose a sí mismo no sólo
la muerte física sino también la muerte espiritual, la cual constituye la
separación de Dios. (Gen. 1:26,27; 2:17; 3:6; 3:19; Romanos 5:12-19) 5. La Salvación del Hombre
La única esperanza de salvación
para el hombre es mediante el derramamiento de sangre de Jesucristo el Hijo de
Dios (Efesios 1:5,7; Hech. 4:10-12) a)
Las Condiciones para la Salvación La salvación se
recibe mediante el arrepentimiento hacia Dios y por fe en el Señor Jesucristo.
Mediante el lavacro de la regeneración y la renovación del Espíritu
Santo, siendo justificados por la gracia mediante la fe, el hombre viene a ser
un heredero de Dios conforme a la esperanza de la vida eterna ( Luc. 24:47; Juan
3:3, Rom. 10:13-15; Efesios 2:8; Tito 2:11; 3:5-7) b)
Las Evidencias de la Salvación La evidencia
interna de la salvación consiste e el testimonio directo del Espíritu (Rom.
8:16) La evidencia
exterior para todos los hombres consiste en una vida justa y verdaderamente
santa (Efesios 4:24; Tito 2:12) 6. Las Ordenanzas de la Iglesiaa)
Bautismo en Agua. La ordenanza del
bautismo por inmersión es ordenada en las Escrituras. Todos los que se arrepienten y creen en Cristo como su
Salvador y Señor tienen que ser bautizados.
Al obedecer este mandamiento los creyentes declaran al mundo que han
muerto con Cristo y que también han resucitado juntamente con El para andar en
novedad de vida (Mat. 28:19, Mar.16:6; Hechos 10:47; Rom. 6:4) b)
La Santa Cena La Cena del Señor cosiste de los elementos del pan y el fruto
de la vid, es el símbolo que expresa nuestra participación de la naturaleza de
nuestro Señor Jesucristo (2ª. Pedro 1:4), y representa también un memorial
del sufrimiento y muerte del Señor (1ª. Cor, 11:26) y a la vez conteniendo una
profecía de su Segunda Venida (1ª. Cor. 1:26). Por tanto, la observancia de la
Santa Cena es demandada de todos los creyentes “hasta que El venga”. 7. El Bautismo en el Espíritu Santo
Todos los creyentes están
plenamente comisionados a esperar y
a buscar ardientemente la Promesa del Padre, El Bautismo en el Espíritu Santo y
fuego, conforme el mandamiento de nuestro Señor Jesucristo. Esta fue la
experiencia normal de todos los creyentes de la primera Iglesia Cristiana. Con
el recibimiento de la Promesa viene el revestimiento de poder para una vida
rendida y de servicio, la dádiva de los dones y sus respectivos usos para la
obra del ministerio. (Luc.
24:49; Hechos 1:4, 8; 1ª. Cor. 12:1-31). Esta experiencia es distinta a la
experiencia del nuevo nacimiento y subsiguiente a la misma (Hechos 8:12-17;
10:44-46; 11:14-16; 15:7-9). Con el
recibimiento del bautismo en el Espíritu Santo, vienen tales experiencias como:
una rebosada plenitud del Espíritu (Juan 7:37-39; Hechos 4:8), una reverencia
profunda hacia Dios (Hechos 2:43; Heb. 12:28), una intensa consagración a Dios
acompañada por una verdadera dedicación a su servicio (Hechos 2:42), y un amor
más vivo y activo a Cristo, su Palabra y a las almas perdidas (Mar. 16:20) 8. La Evidencia del Bautismo en el Espíritu Santo
El bautismo de los creyentes en el Espíritu Santo es evidenciado por a
señal inicial y física de hablar en otras lenguas, según la inspiración y
unción del Espíritu. (Hechos 2:4; 10:25,46), el hablar en lenguas en ese caso, es
en esencia la misma cosa que el don de lenguas (1ª. Cor. 12:4-10,28), pero
diferente en cuanto a propósito y uso. 9. Santificación
La santificación es un acto de
separación de aquello que es malo, y de una dedicación a Dios (Romanos 12:1-2;
1ª. Tes. 5:23; Heb. 13:12). Las Escrituras enseñan una vida de “santidad sin
la cual nadie verá al Señor! (Heb. 12:14).
Por medio de la virtud del Espíritu Santo podemos obedecer el
mandamiento: “Sed santos porque yo soy santo” (1ª. Pedro 1:15-16)
La santificación lega a ser una realidad den el creyente cuando éste
reconoce su identificación con Cristo en su muerte y resurrección, mientras
que diariamente considera la gran realidad de esta unión continuamente
ofreciendo todas sus facultades al dominio del Espíritu Santo (Romanos
6:1-11,13 8:1,2,13; Gál.2:20; Fil. 2:12,13; 1ª. Pedro 1:5) 10. La Iglesia y su Misión
La iglesia es el cuerpo de Cristo, la habitación de Dios por medio del
Espíritu, a quien se le ha dado el derecho divino relacionado con el
cumplimiento de la gran comisión. Cada
creyente, nacido del Espíritu, es una parte integrante de la Asamblea General e
iglesia de los primogénitos, cuyos, nombres están escritos en el cielo. (Ef.
1:22,23; 2:22; Heb. 12:23)
Siendo que el propósito de Dios es buscar y salvar a los perdidos, ser
adorado por el hombre como también formar un cuerpo de creyentes en conformidad
a la imagen de su Hijo. La razón
principal relacionada con la existencia de la Iglesia de Cristo es: a) Ser una agencia de
Dios para la evangelización del mundo (Hech. 1:8, Mat. 28:19,20, Mar. 16:15,16)
b) Ser la formación
de un cuerpo en el cual el hombre pueda adorar a Dios (1ª. Cor. 12:13) c) Ser canal del propósito
de Dios para formar un cuerpo de santos perfeccionados en la imagen de su hijo
(Ef. 4:11-16; 1ª. Cor. 12:28; 1ª. Cor.14:12)
Las Asambleas de Dios expresamente existen para dar contínuo a este propósito
, mediante la enseñanza y el estímulo de los creyentes a fin de que reciban el
bautismo en el Espíritu Santo; según el dechado apostólica que se observa en
el Nuevo Testamento. a) Capacita al
creyente para evangelizar en el poder del Espíritu con señales sobrenaturales
acompañantes. b) Capacita a los
creyentes para que respondan a la obra plena del Espíritu en la expresión de
su fruto, dones y ministerios, según fueron en el tiempo del Nuevo
Testamento para la edificación del cuerpo de Cristo ( Gal. 5:22-26; 1ª.Cor.
14:12, Ef. 4:11,12; 12:18; Col. 1:29) 11. El Ministerio
Un ministerio divinamente
llamado y bíblicamente ordenado, ha sido provisto con el fin de dirigir a la
iglesia en: Ø
La
Evangelización del mundo (Mar. 16:15-20) Ø
La Adoración de
Dios. (Juan 4:23-24) Ø
La
edificación del cuerpo de los santos en el receso de su perfección
conforme a la imagen de su Hijo (Ef. 4:11-16) 12. La Sanidad Divina
La Sanidad Divina es parte
integrante del Evangelio. La
libertad de la enfermedad es provista en la expiación, y es el privilegio de
todos los creyentes (Isaías 53:4,5; Mat. 8:16,17; Sant. 5:14-16) 13. La Bienaventurada Esperanza
La resurrección de aquellos que han dormido en Cristo y su traslado
juntamente con los que estén viviendo y permanezcan hasta la venida del Señor,
es la bienaventurada e inminente esperanza de la iglesia (1ª. Tes. 4:16,17; Rom 8:23, Tito 2:13; 1ª. Cor. 15:51,52) 14. El Reino Milenario de Cristo
La segunda venida de Cristo
incluye el rapto de los santos, nuestra bienaventurada esperanza, como también
el regreso visible de Cristo con sus santos para reinar sobre la tierra por mil
años (Zac 14:5; Mat.24:27,30; Rev. 1:7; 19;11-14; 20:1-6)
El reinado milenario traerá la salvación de la nación de Israel ( Ez.
37:21,22; Sof. 3:19,20, Rom1:6-9; Salm 72:3-8; Miqueas 4:3,4) 15. El Juicio Final
Habrá un juicio final en el
cual los impíos muertos serán resucitados y juzgados según sus obras, y
cualquiera que no sea hallado escrito en el Libro de La Vida, juntamente con el
diablo y sus ángeles, la bestia y el falso profeta, será castigado eternamente
en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda (Mat. 25:46;
Mar. 9:43-48; Rev. 19:20; 20:11-15; 21:8) 16. Cielos Nuevos y Tierra Nueva“Pero nosotros esperamos ,según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia” (2ª. Pedro 3:13; Apocalipsis 21:22) |